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Exposé
México, 1786-1824 Las actuaciones y representaciones simbólicas desempeñan un papel fundamental en la formación y mediación de procesos de transformación política. Así, no sólo reflejan las alteraciones en sí, sino que también influyen al cambio político. Para que la población acepte variaciones del orden social, es necesario que sean percibidas como legítimas. Para mostrar esto los actores recurren a símbolos y ceremonias, que permiten experimentar/vivir las transformaciones profundas. Un período de cambio trascendental se dio en la Nueva España a partir de las reformas borbónicas de la segunda mitad del siglo XVIII. La reforma del régimen de intendencias en especial significó un cambio profundo del orden institucional que se vio intensificado aún más con los acontecimientos que se sucedieron a partir de 1808. Las consecuencias que en la Nueva España produjo la crisis de la soberanía causada por la detención de Fernando VII determinaron dos hechos trascendentes: por un lado, el nacimiento de la, constitución liberal -que propició la legitimación del poder a partir del principio de soberanía nacional como también la transformación política del súbdito al ciudadano-, y por otro lado el movimiento insurgente que desembocó en la guerra civil en la que participaron vastos sectores de la población. En dichos procesos, los actos simbólicos desempeñaron un papel fundamental, no sólo como elementos mediadores, sino también en la formación de nuevas identidades. Esto se refleja de manera clara en actos públicos como las fiestas monárquicas -más tarde republicanas- y en las ceremonias, cuyo ritual pretende legitimar el orden político. Asimismo, estas ceremonias jugaron un papel importante en hacer experimentar a la población los cambios que en ese plano se presentaban. En este sentido, símbolos específicos, como Fernando VII, la Virgen de Guadalupe o la Constitución de Cádiz, contribuyeron a una mayor cohesión social. Los cambios también se reflejaron en otro plano; a partir de 1808, se puede observar un proceso de territorialización del concepto de la soberanía. Este se inició con el establecimiento de los ayuntamientos constitucionales bajo la Constitución de Cádiz, y se consolidó con la independencia mexicana. En este contexto, surgieron nuevas prácticas políticas, como p. ej. elecciones en diferentes niveles; mediante ellas, los ciudadanos vieron y vivieron las transformaciones profundas del orden político. En el México independiente, esas transformaciones se reflejaron en el nuevo orden político-administrativo que trajo consigo la formación de los estados federales; reforzando con ello un elemento regional que se manifestó en las representaciones simbólicas de las respectivas instituciones. La conferencia centra su atención en los elementos simbólicos tradicionales, de qué manera se representaron en actos públicos y en qué medida se reinterpretaron o resignificaron durante el proceso de transformación política. También se preguntará por el surgimiento de nuevos símbolos para representar la unidad social y la legitimidad política. Una segunda línea temática de la conferencia se interesa por las diferentes representaciones del orden social, administrativo y territorial. Ante la heterogeneidad del proceso de transformación, invitamos a una discusión apoyada en las diversas constelaciones regionales; con ello pretendemos subrayar las experiencias locales al mismo tiempo que contrarrestar una perspectiva centralista de la nación mexicana. |